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El negocio inmobiliario en Guinea Ecuatorial: ¿intermediación o abuso?.

  • Foto del escritor: vicepress org
    vicepress org
  • hace 22 horas
  • 3 Min. de lectura

En Guinea Ecuatorial, y de manera especial en Malabo y Bata, el mercado inmobiliario atraviesa una etapa de expansión notable. Basta con revisar las redes sociales para comprobar cómo proliferan agencias y particulares que ofrecen viviendas en alquiler o en venta. WhatsApp se ha convertido en el escaparate predilecto donde circulan catálogos digitales con fotos, características y precios de los inmuebles. Lo que en principio parece un mecanismo práctico y moderno, en la realidad esconde prácticas que merecen un análisis crítico.

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Una de las más polémicas es la de cobrar al cliente simplemente por visitar una vivienda. Aunque la persona finalmente no alquile ni compre, debe pagar una tarifa obligatoria por el simple hecho de acceder a la propiedad. Y si decide alquilarla, entonces se enfrenta a una segunda comisión, que suele oscilar entre un porcentaje del primer mes de renta o una cantidad fija que puede alcanzar varios miles de francos CFA.


A esto se suma otra práctica igualmente cuestionable en la forma en que se promocionan las viviendas. En muchas ocasiones inmobiliarias y gestores particulares envían fotografías de fachadas atractivas y ángulos bien escogidos que muestran lo mejor del inmueble. Sin embargo, si la vivienda presenta desperfectos como grietas, problemas de humedad e instalaciones defectuosas, esos detalles rara vez aparecen en la descripción. El cliente los descubre únicamente después de pagar por la visita. De este modo, la agencia o gestor asegura su ganancia incluso si la vivienda no cumple con lo que se ofrecía inicialmente.


Esta dinámica convierte lo que debería ser un servicio de intermediación en una carga doble para el ciudadano. No solo hay que costear el precio del alquiler o la compra, sino que además se suma un gasto previo por visitar y, muchas veces, la frustración de comprobar que la realidad no corresponde con el catálogo recibido.


En la mayoría de países, como el Reino Unido, EE.UU, Canadá, Francia, España, Ghana o Nigeria (al menos en el Estado de Lagos) las visitas a los inmuebles son gratuitas. Las agencias inmobiliarias viven de la comisión que reciben cuando logran cerrar un contrato de compra o alquiler. Esa es la esencia de su trabajo, que consiste únicamente en conectar oferta y demanda. Algunos mercados contemplan depósitos de reserva, que el cliente paga únicamente si desea apartar la vivienda, pero dichos depósitos se descuentan después del precio final o se devuelven si la operación no se concreta. Lo que no es habitual es que se cobre por simplemente “mirar” o que se engañe con información parcial.


¿Quién regula realmente el sector inmobiliario en Guinea Ecuatorial? ¿Existen normas claras sobre cómo deben fijarse las comisiones? ¿Todas estas agencias están debidamente registradas en la Ventanilla única de empresas?.La falta de respuestas a estas cuestiones deja al consumidor en una posición vulnerable, expuesto a tarifas poco transparentes y a abusos difíciles de denunciar.


Es justo reconocer que las inmobiliarias cumplen una función necesaria porque permiten organizar el mercado, acercar propietarios y clientes, y dinamizar un sector importante de la economía. Sin embargo, sin regulación ni estándares mínimos, lo que debería ser un servicio útil puede degenerar en un terreno de especulación, donde el interés particular pesa más que el bien común.


La consecuencia directa es que quienes más sufren son jóvenes emprendedores, los recién llegados a la ciudad y las familias de clase media y baja que buscan un hogar digno. Para ellos, cada visita fallida significa dinero perdido y cada comisión inesperada, un golpe a su presupuesto.


El auge de las inmobiliarias debería ser una buena noticia, reflejo de dinamismo económico y transformación urbana. Pero para que lo sea de verdad, el país necesita abrir un debate serio sobre transparencia, regulación y protección del consumidor. Solo así se logrará que el negocio inmobiliario cumpla el verdadero propósito de servir a la gente y no servirse de ella.


Redacción: Aitor Reinaldo NZANG MAKOSSO.

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