La ONU acusa a las milicias rebeldes de Sudan de perpetrar masacres tras conquistar El Fasher.
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Las Fuerzas de Apoyo Rápido, financiadas por el oro sudanés y con apoyo de Emiratos Árabes, reciben acusaciones de violaciones, asesinatos y limpieza étnica.

Ejecuciones sumarias, violaciones y la masacre de cientos de civiles en un hospital marcan la toma de El Fasher, en Darfur, el pasado domingo. Según Naciones Unidas, los responsables son miembros de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), una milicia árabe supremacista con unos 100.000 combatientes antes de la guerra, según Reuters.
Liderada por el general Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemedti, conocido por su crueldad durante el genocidio de Darfur desde 2003, la milicia cuenta con el respaldo de Emiratos Árabes Unidos, que le proporciona armamento a través de aliados en Chad y Libia. Dagalo, uno de los hombres más ricos de Sudán, controla importantes minas de oro.
Tras la difusión de informes sobre las atrocidades en El Fasher, Dagalo reconoció en redes sociales los abusos de sus tropas y anunció una investigación. Sin embargo, para la representante del ACNUDH en Sudán, Li Fung, la situación es “terrible”.
Fung advierte que, pese a las promesas de las RSF de proteger a la población, nadie está a salvo en El Fasher y no existen corredores seguros. Los asesinatos, la violencia sexual, los secuestros y las detenciones arbitrarias tienen motivaciones étnicas y se dirigen sobre todo contra la comunidad zaghawa, de origen negroafricano.
Las RSF tienen su origen en la guerra de Darfur (2003-2005), cuando el presidente Omar al Bashir armó a las milicias árabes Janjawid para sofocar una rebelión. Estas, originarias de Libia y curtidas en guerras anteriores, desataron una violencia extrema contra las poblaciones negras, lo que dio inicio al genocidio por el que Al Bashir y otros líderes fueron condenados por el Tribunal Penal Internacional.
Dagalo, líder de una facción Janjawid, ascendió gracias a su brutalidad. Sus hombres arrasaron pueblos y cometieron violaciones y asesinatos con la complicidad del régimen de Al Bashir, que buscaba aplastar la rebelión mediante el terror.
Con el tiempo, Dagalo eliminó rivales y fundó las RSF como fuerza de apoyo a Al Bashir, aunque bajo su propio mando. Gracias al control de las minas de oro, obtuvo grandes recursos, poder militar y una creciente influencia en el entorno del dictador.
La guerra sudanesa, que ha causado la peor crisis humanitaria del mundo, comenzó en abril de 2023, cuando las RSF se enfrentaron al ejército. El conflicto surge de la pugna por el poder entre Dagalo y el general Abdelfatah Al Burhan, jefe de las Fuerzas Armadas, que habían compartido el gobierno tras la caída de Al Bashir en 2019, pero acabaron convertidos en enemigos.
Rusia también alimentó el conflicto. Durante el régimen de Al Bashir, se convirtió en su principal proveedor de armas y utilizó al Grupo Wagner para ganar influencia y acceso al oro sudanés.
Al estallar la guerra, los mercenarios rusos apoyaron a las RSF, que controlaban las minas de Darfur, pero tras la muerte de Yevgueni Prigozhin, Moscú se inclinó hacia Al Burhan, quien también controla yacimientos y ha prometido una base naval en Port Sudán, estratégica para Rusia en el mar Rojo y Oriente Próximo.
Redacción: Andrés Ondó ETOGO OYÉ.
Fuente: EL PAÍS.






















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